Fanzine
“Era el año 1958. La película tenía muchos valores, en especial aquellas partes que tenían carácter documental, confirmando así los notables dotes de documentalista de Ruiz. Fallaban la interpretación y la estructura interna. Pero fue un logro importante, aunque no fue reconocido suficientemente.”
En 1979 el grupo Ukamau le dedicaría esas breves palabras a La Vertiente en Teoría y práctica de un cine junto al pueblo, no sin antes calificar a Vuelve Sebastiana como “especialmente extraordinaria”. Dos cosas llaman la atención de estas referencias a Ruiz en aquel libro que luego se convertiría en una especie de biblia del cine boliviano. La primera es que La Vertiente nunca fue reconocida lo suficiente. La segunda es que aquel lugar de importancia y centralidad, tanto en la obra de Ruiz, pero también en la historia del cine nacional, fue concedido a Vuelve Sebastiana. En aquel cortometraje estaban contenidas todas (o al menos las mayores) obsesiones de nuestro cine y esto es en gran medida, gracias al grupo Ukamau. Ellos señalaron y continuaron esas ideas en su obra y desde entonces se dedicaron muchas páginas a Vuelve Sebastiana, ni que decir a las grandes películas de Sanjinés (incluso a las malas) y en todo ese tiempo, La Vertiente siempre estuvo ahí, un poco olvidada, marginada.
Cuando nos bautizamos en honor a su nombre pensamos en esa condición como una de las cualidades que nos gustaría considerar al momento de programar películas. Buscar vertientes, esas que surgen de los márgenes de la corriente principal y horadan canales para el flujo del agua. Nuestro interés está en la exhibición y circulación de películas que tengan esta cualidad de abrir nuevos cauces, o al menos, dejarlos entrever. ¿Qué incidencias pueden tener en la actual producción de cine boliviano (re)descubrir los trabajos del ICB? ¿Cuántas personas aún no han visto La Vertiente? Es este deseo de poner en movimiento aquel cine que nos conmueve e interpela el que nos tiene aquí festejando un año de proyecciones, creíamos que no había mejor forma de hacerlo que compartiendo esta película.
Ver La Vertiente en esta coyuntura, es inevitablemente abrir una cápsula de tiempo. Como si en ese pasado, aparentemente remoto, se contuvieran los gérmenes de otros imaginarios sobre una sociedad compleja y multiforme. Rurrenabaque, el lugar en donde acontece la trama, podría ser también la metáfora de una frontera en la que se conjugan y se mezclan varias de las cuestiones que más nos interpelan como bolivianos: la pertenencia a un territorio y todas las tensiones que de ahí devienen. De aquí habrá mucha tela por cortar, muchas derivas por trazar, pero la idea de una frontera nos posibilita posar una mirada más abierta, que dé lugar a la complejidad que implica la representación de un territorio. Lo que nos interesa es pensar a La Vertiente como a Rurrenabaque: una frontera en nuestro cine que permite y exige la configuración de otras miradas.
Alain Badiou sugirió que quizás el cine es el único arte capaz de ser milagroso, que una forma de atravesar su historia podría ser a partir de todas las secuencias de milagros (explícitos o no) que se filmaron. Allí junto a la confección de la campana de Andrei Rublev, está La Vertiente con la construcción de un canal de agua potable en Rurrenabaque.
Con mucho entusiasmo queremos agradecerles desde el corazón a todxs nuestrxs colaboradores, quienes han posibilitado la existencia de nuestro espacio y de este humilde fanzine, donde recopilamos breves textos, apuntes e ideas que nos invitan a (re)descubrir las potencias de otras películas posibles, tal como las que han ocupado el centro de nuestros ciclos hasta ahora.
la vertiente
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